Como seres humanos, es difícil comprender la idea de la mortalidad a pesar que, es conocido que nada dura para siempre, todo llega a un final y que las pérdidas son parte de la vida. Sin embargo, la pérdida de un ser querido a causa del suicidio es un hecho trascendental en la vida de cualquier persona.
El duelo es el conjunto de reacciones físicas y emocionales que surgen tras la muerte de un ser querido. Es un proceso normal que se da de forma natural, es decir, no hay una manera correcta de atravesar un duelo tras una pérdida, cada persona lo experimenta a su propia forma y ritmo. Es necesario contar con una actitud de apertura hacia dicho proceso para poder superarlo de forma satisfactoria. Esto dependerá de diversos aspectos, tales como la relación que se mantenía con la persona fallecida, la forma en la que se produjo la muerte, el apoyo social y familia, las capacidades de afrontamiento, entre otros.
La muerte de alguien cercano puede suponer una gran conmoción, principalmente si se trata de una muerte repentina a causa de un suicidio. En ocasiones, el duelo que atraviesa una persona tras el suicidio de un ser querido puede ser un proceso más prolongado. Acarreando mayores sentimientos de culpa, es común que las personas allegadas se hagan la constante pregunta ¿por qué?, intentando buscar una explicación ante la muerte repentina. También el remordimiento de poder haber hecho algo para evitar dicho suceso. Acompañado a estos pensamientos, surgen sentimientos de abandono y rechazo, así como aislamiento, pensamientos en torno al suicidio, y demás que surgen como reacciones normales ante dicho acontecimiento.
El duelo y la recuperación tras un suicidio es un proceso largo, por lo que se debe de tener paciencia para su superación. Inicia con la difícil tarea de comprender y aceptar que el suicidio es una decisión libre y personal.
Siempre es recomendable recibir apoyo de parte de un profesional de la salud mental para atravesar un momento tan doloroso, de manera que, junto con un experto se puedan elaborar las emociones facilitando su expresión en un ambiente seguro, y poder así readaptarse ante la pérdida. También podría ser el avocarse a otras redes de apoyo como lo son la familia, los amigos, instituciones especializadas, iglesia o grupos de duelo por suicidio. Es recomendable a lo largo de este proceso incluir al suicida de forma afectiva y simbólica, en lugar de negarlo o evitar hablarlo de ello, para que así la elaboración de su muerte sea más tolerable.
La lucha con lo desconocido es sumamente difícil. Se debe de aceptar la idea de que el suicida tuvo razones para cometer dicho acto, las cuales quizás nunca se lleguen a conocer. De igual manera, a lo largo del proceso se debe de trabajar en perdonar a la persona fallecida y también en construir el duelo en torno a la vida del fallecido y no en torno a la manera de su muerte.
El suicidio de una persona cercana deja una marca significativa en cualquiera. La tristeza ante un hecho irreversible, sumamente doloroso y lo que queda tras un acontecimiento como este es afrontarlo de la manera adecuada, modificando la percepción e ideas ante la pérdida para emerger del dolor.
La información de este artículo está basada en las siguientes referencias:
Anónimo. (S.f.). El duelo en el suicidio. Recuperado de: http://www.redsanar.org/pastoralduelo/ Dueloenelsuicidio.htm
Ruiz. (S.f). Cómo ayudar a la familia de un suicida. Recuperado de: http://www.cuidatusaludemocional.com/como-ayudar-la-familia-de-un-suicida.html
Grupo de Trabajo de la Guía de Práctica Clínica de Prevención y Tratamiento de la Conducta Suicida. Guía de Práctica Clínica de Prevención y Tratamiento de la Conducta Suicida. Madrid: Plan de Calidad para el Sistema Nacional de Salud del Ministerio de Sanidad, Servicios e Igualdad. Agencia de Evaluación de Tecnologías Sanitarias de Galicia (avalia-t); 2010. Guías de Práctica Clínica en el SNS: avalia- t Nº 2010/02. (S.f.). El día después del suicidio de un familiar o allegado. Información para familiares o allegados. Madrid, España.
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