Ansiedad, la palabra que cambió mi forma de ver la vida, la palabra que me hizo cambiar para bien en circunstancias difíciles. Pasé 23 años de mi vida pensando que ansiedad era solamente un estado pasajero en mí, hasta que conocí que podía destruir y construir al mismo tiempo.
Desde pequeña me enseñaron que no tenía que tener miedo a nada, si quería ser actriz, doctora, cantante, artista, lo podía ser. Me enseñaron que para seguir mis sueños no tenía por qué tener miedo y si sentía miedo no tenía por qué dejar que se apoderara de mí.
Durante mi vida siempre fui por el camino que quise y eso, hasta la fecha, me ayudó mucho a ser quien soy, aunque en el 2016, en mi último año de universidad y el estar enamorada, estos formaron la combinación más explosiva que pude haber encontrado.
Fueron 12 meses, los cuales se sintieron como 20 años (sin exagerar jaja), hicieron que mi vida diera un giro total; el proceso fue como entrar a las calles de la Antigua y sentir que todo se movía, luego al salir encuentras estabilidad.
En diciembre del 2016 todo se paró y me di cuenta que era hora de cambiar, no era divertido salir a la calle y pensar mil veces que algo malo me iba a pasar, o simplemente sentirme mal en lugares cerrados y dejar de disfrutar lo que usualmente disfrutaba.
En enero del 2017, como un rayo de luz, una amiga me escribe que tenía planes de viajar y si me apuntaba para ir con ella a ver a una de mis bandas favoritas desde la adolescencia a un lugar que siempre quise ir. No teníamos nada, cero visa, cero pasaporte y mucho menos dinero.
El simple hecho de pensar que iba a estar sumergida entre 17,000 personas hizo que se parara mi mundo y hubiera un choque dentro de mi cabeza, cómo es que una persona ansiosa podría aguantar tal magnitud de personas.Mi familia siempre me ha apoyado, así que al decirles sobre el viaje me apoyaron al 100% pero me pusieron una condición que cambiaría todo, ir al psicólogo.
Como una señal divina una amiga comparte en Facebook un directorio de ayuda de una chica, la cual pronto conocería, que tiene un proyecto de ayuda para personas con ansiedad y depresión. Entre ese directorio de ayuda se encontraba mi maravillosa psicóloga la cual trabajaba para una clínica a no más de diez minutos de mi trabajo. Todo pintaba que era una señal para ir y arreglar esto de una vez por todas.
El camino con mi psicóloga comenzó el 21 de enero, más o menos a las ocho de la mañana en un cuarto muy cómodo y yo con mucho miedo de no poder solucionar esto tan rápido como yo quería ya que mi viaje era en abril. Pasaron dos sesiones las cuales no podía sentir que estaba pasando algo, hasta que en la tercera sesión todo tomó sentido; mi psicóloga dice que fue mi punto de quiebre y que a partir de ese momento ya no fui la misma.
Comencé a creer más en mí y en el hecho que podía hacer lo que me propusiera, por ejemplo, vencer a la ansiedad y poder disfrutar el viaje de mi vida.
El proceso no fue fácil y tuve que poner el 100% de mí. Como parte de la ayuda me apoyé en Pacifica, la app para personas ansiosas, propuesta por Cristina en 5 apps para la ansiedad. Esta app me ayudó muchísimo a tener técnicas de relajación y a conversar con más personas que sufrían lo mismo que yo, que sentían las mismas angustias que yo y que podían entender todo a la perfección.
Sentí que todo estaba tomando sentido
Poco a poco fui dejando de pensar las mismas cosas, me di cuenta quienes eran mis verdaderos amigos y a quienes no quería en mi vida. Comencé a darme amor propio y descubrí que podía ser imparable. Como parte de la terapia empecé a realizar lettering lo cual podría decir me salvó. Comencé a escribir lo que sentía y a publicarlo en mis redes sociales, esto ayudó a que concentrara mi tiempo en algo positivo y que amaba.
Para marzo yo estaba echa un nudo. Tenía mucho miedo que no pudiera controlar mis emociones y ansiedad en el viaje. Empecé a pensar que nada funcionaba de nuevo, no en las mismas cantidades que antes pero sí llegué a pensarlo. Comencé a salir más y a pensar que sí podía estar en un lugar lleno de gente, que sí podía hacer todo lo que yo quisiera.
El 30 de marzo era el gran día, iniciamos el viaje más inolvidable de mi vida.
No fue para nada fácil dejar de pensar que algo malo ocurriría pero como dice mi psicóloga “qué es lo peor qué puede pasar”; tomando esto como referencia pensé que nada de lo que me pasara podía ser el fin del mundo y tenía que calmarme y disfrutar.
Estuve cinco días en una maravillosa casa, conocí a tres amigos extranjeros y vi a casi 20 bandas. Estuve entre 17,000 personas, me subí al transporte público, caminé en calles que no conocía, me subí cuatro veces a un avión y disfruté cada momento.
Mi ansiedad fue parte de mi viaje, pero a este punto de la batalla sabía cómo controlar la mayoría de síntomas. Sabía que si pasaba algo no era el fin del mundo. Aprendí que era capaz de hacer todo lo que quería, que nada me iba a parar, mucho menos la ansiedad. Aún sigo en terapia con mi psicóloga, pero podré decir que mi vida es más sana, más feliz, más consciente y más libre.
No cambiaría por nada el proceso, porque construí una vida nueva de algo que creí estaba destruido, porque comencé a pensar en mí y no en los demás. Cambié y eso nadie lo puede hacer por ti.
–
Vero
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