Desde los 12 años he sentido un vacío y soledad en mi. Siempre creí que era parte de crecer; y el no quererte o el no querer existir era un sentimiento normal. Han pasado 10 años y el sentimiento no se ha ido. El suicidio está en mi mente constantemente, me lesiono lo brazos con tal de no sentir esta depresión y ansiedad que me acompañan todos los días.
Es fácil para alguien que padece de lo mismo entender este sentimiento, sin embargo no muchos lo hablan y los que no lo tienen no lo entienden. Me costó 8 años pedir ayuda y ahora que estoy en ese proceso quiero explicarles mi sentir, sobre todo a mi familia, la que me ha visto crecer y a veces les cuesta entenderme.
Explicar esto no es fácil. Ustedes saben que me la paso en mi cuarto casi todo el día, que duermo muchas horas y que de vez en cuando aparecen nuevas marcas en mis brazos. Eso es lo que les permito ver porque si vieran todo, no me lo perdonaría. Lo que no saben es que a veces solo duermo 3 horas, que me paso toda la noche llorando o pensando en cosas que hice mal e incluso en maneras de quitarme la vida.
No saben que cuando estoy en reuniones familiares quisiera salir corriendo porque me falta la respiración, porque siento que todos me juzgan. No saben que cuando me preguntan como estuvo mi día les digo que bien porque no quiero que sepan cuantas veces estuve a punto de llorar o cuanto tiempo estuve en un baño llorando pidiéndole a dios que me quitara la vida.
Son mi familia y son lo que más amo en esta vida.
Tal vez no sabrán todo sobre mí, pero son los primeros que no me juzgaron por pedir ayuda, que me apoyan en este proceso. Ustedes son una de las razones por las que decido luchar cada día. Hay días muy difíciles para mi, días tan oscuros que quisiera darme por vencida, pero luego pienso en ustedes y en el hecho de que nunca los quiero decepcionar.
Sé que no entienden esto al 100 pero el hecho de que se preocupen por mí vale mucho. Quisiera me entendieran, que no es capricho mío, que realmente estoy mal. Sin embargo prefiero que no lo sepan porque es un dolor que no le deseo a nadie, por eso trato de luchar sola, claro con la ayuda de los profesionales que ustedes me dieron para guiarme.
No pueden luchar por mí, pero pueden animarme y creer en mí aunque yo no lo crea. Gracias por no entender, por solo quererme y aceptarme como soy. Gracias por apoyarme, por hacerme ver que tal vez no estoy tan sola como creía.
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Regina Galich
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