A menudo se utilizan los términos de estrés y ansiedad como sinónimos en expresiones comunes, sin conocer con certeza la definición de cada uno. Estos hacen referencia a experiencias particulares que comparten algunos componentes, los cuales han llevado a generar confusión en el uso de estos conceptos.

 

Estrés y ansiedad: dos conceptos distintos

 

El estrés es la respuesta que ocurre cuando una persona enfrenta un estímulo que ocasiona un desbalance en su vida al ser percibido como peligroso y/o amenazante en el momento presente. Los estresores son eventos específicos que suscitan respuestas físicas, psicológicas y conductuales en el individuo. Un ejemplo de ello sería un conflicto con el jefe, divorcio o terremoto.

Por otro lado, la ansiedad se distingue por la presencia de preocupación y miedo anticipado. En algunos casos, el desencadenante es algo concreto como una presentación pública o una araña. Hay casos en los que la ansiedad está presente sin saber con exactitud qué la produce.

Tanto el estrés como la ansiedad comparten una respuesta fisiológica conocida como lucha o huida. Esta ocasiona aceleración en el ritmo cardíaco, incremento en la respiración y sudoración, dilatación de pupilas, disminución de la salivación, tensión de músculos, etcétera. Esta respuesta impulsada por el sistema nervioso autónomo funciona como mecanismo ante una situación de peligro.

Un estresor como un terremoto puede activar inmediatamente esta respuesta en la persona. Puede llevarla a responder ante el evento al huir y buscar la salida del edificio en donde se encuentra. En la ansiedad también se presenta este mecanismo, pero con una variante. Debido a que la ansiedad es anticipatoria, la persona experimenta el cambio fisiológico ante la preocupación o idea del objeto temido, o bien, antes de que el evento se presente.

Otro aspecto que comparten son las consecuencias físicas, psicológicas, conductuales y sociales a largo plazo. Entre los síntomas más comunes se encuentran: dolor de cabeza, dolor muscular y dificultad para dormir. También  puede haber irritabilidad, inquietud, abuso de sustancias, aislamiento y muchos más. Sin la atención y el cuidado apropiado del estrés y la ansiedad, la persona puede llegar a presentar condiciones más complejas e incluso enfermedades que atenten contra su salud física y mental.

 

En términos generales

 

Cuando se hace mención del estrés, este alude a una situación concreta, reconocible y manejable en cuanto se trabaje en ello para arreglar el desajuste que ha ocasionado en la vida del individuo. Alguien atravesando por estrés debido a la pérdida de trabajo, puede organizarse y crear un plan para encontrar empleo nuevamente y restablecer las condiciones de su vida.

Por el contrario, la ansiedad, compuesta principalmente por elementos cognitivos, supone una experiencia de mayor descontrol y sensación de impotencia. Generalmente la persona no se considera capaz de manejar la situación que enfrenta.

La manera en que se viven y afectan estas dos condiciones difieren de persona a persona. Lo que es estresante o ansioso para alguien, no necesariamente lo es para otro individuo. La presencia de estos dos componentes es funcional para que la persona tenga una respuesta adaptativa en un momento determinado. No obstante, puede alcanzar niveles anormales en el que la vida comienza a verse perjudicada y requiera ser atendido por un profesional.

 


La información de este artículo está basada en la siguiente bibliografía:

Olpin, M. y Hesson, M. (2013). Stress Management for Life: A Research-Based Experiential Approach. (3ª ed.). Estados Unidos: Cengage Learning
Oxington, K. (Eds.). (2005). Psychology of stress. Nueva York: Nova Publishers
Pastorino, E. y Doyle-Portillo, S. (2012). What is Psychology? Essentials. (2ª ed.). Canadá: Cengage Learning

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